El Adviento es un tiempo especial de preparación con el que se da inicio a un nuevo “Año Litúrgico” de la Iglesia Católica. El término "Adviento" proviene del latín “adventus”, que significa “venida”, “llegada”.
El Adviento se organiza en torno a los cuatro domingos previos a la Navidad, que luego se integran en la gran celebración del Nacimiento de Jesucristo.
Este 2023 el Tiempo de Adviento empieza el domingo 3 de diciembre y termina el domingo 24 de diciembre.
El color que se usa en la liturgia del Adviento es el morado. Este color simboliza austeridad y evoca sentido de penitencia.
La corona de adviento es un símbolo popular durante Navidad, que ha sido un objeto que indica la festividad que se está celebrando. Esta corona surgió del misticismo alemán, su forma circular de ramas es un símbolo anterior al Cristianismo. Incluso, en Europa era muy común que se colocara una corona elaborada con ramas verdes y velas para dar aquella alusión a la esperanza en el cambio de estación y el fin de la temporada invernal.
Cada uno de los colores de las velas que forman parte de esta corona hacen referencia a los colores litúrgicos y cada uno tiene el siguiente significado:
- Morado: simboliza el espíritu de vigilia de la temporada
- Verde: simboliza la esperanza
- Rojo: simboliza la alegría que representa la cercanía del nacimiento del niño Jesucristo
- Blanco: es el color que representa la presencia de Dios
Cabe mencionar que al momento de encender las velas se debe seguir un orden, ya que al tener cada una un significado propio, se sigue una continuidad para poder realizar el encendido.
Primero se debe encender la de color morado, posteriormente la verde, la tercera es la roja y la que se debe dejar al final es la blanca, aunque también hay personas que suelen añadir una quinta vela que es la que se prende en Nochebuena.
Proponemos unas oraciones que pueden rezarse con el encendido de cada vela en cada Domingo de Adviento:
- Domingo:Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!
- Domingo: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne... Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!
- Domingo: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!
- Domingo: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe. Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.